"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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13-02-2011 |
Delincuencia y derechos
Uruguay afronta diversos tipos de delincuencia, algunos muy publicitados, otros menos. Entre estos últimos son altamente preocupantes los dos hurtos de las computadoras de la Fiscal Dra. Mirta Guianze, la amenaza de muerte al Dr. Rolando Vomero a días de procesar con prisión al Gral. Dalmao y la extraña muerte del ex soldado Julio Ramírez, testigo en causas sobre desaparecidos en los cuarteles. Medio siglo atrás, de modo semejante comenzó la ola de violencia, que después la derecha ha atribuido a la “guerrilla tupamara”. La muerte del Profesor Arbelio Ramírez, o el tatuaje con la cruz svástica a la joven Soledad Barrett sucedieron antes de la primera acción guerrillera. Los responsables de estos delitos actuales no parecen ser ajenos a los “ideales” de los presos alojados en la cárcel exclusiva de Domingo Arena, o de los de retirados militares desde cuyos centros se descarga ponzoña fascista contra los gobernantes.
Cuando hay un gobierno de una fuerza popular al frente del Estado, se genera una situación sui generis, una crisis que culmina con la transformación revolucionaria del carácter de clase del Estado, o con la caída del gobierno. Esa es la situación de los “gobiernos progresistas” . Ellos deben equilibrar entre el ejercicio de autoridad –sin el cual no hay sociedad organizada- y los derechos y libertades individuales. La izquierda, promotora de una valiosa concepción de derechos humanos (que mal aplicada puede pecar de ingenua) es arrastrada a una situación peligrosa.
El sistema capitalista ha generado dos atascaderos. Por un lado, requiere que los capitales ganen incesantemente, pero los mercados no tienen la capacidad de ensancharse para demandar toda la producción de bienes y servicios. En tales condiciones, el capital se coloca donde obtenga más ganancias, no importa (nunca importó y ahora menos) que sea en la producción de bienes y servicios para la guerra, o para otras actividades destructoras de seres humanos, pero lucrativas. Esa es la raíz principal del proxenetismo. el narcotráfico, el comercio de órganos.
Por otro, ha expulsado de la “sociedad organizada” al material desocupado de “deshecho” , que vive en condiciones deplorables desde varias generaciones, a quien la desprotección material arroja a males de difícil erradicación: indisciplina para trabajar, estudiar o sostener una familia, mentalidad consumista, drogadicción, pérdida de valores morales. Esos nuevos parias, otrora llamado lumpen-proletariado, se suelen convertir de víctimas del sistema en victimarios de otras víctimas del sistema. Sobre esa realidad, la derecha golpea: “olvida” que es su responsabilidad, como expresión política de este sistema, que exista ese “deshecho” y sólo reclama endurecer las penas y las condiciones de los presos.
Por último, queda la resaca de la dictadura de la “Seguridad Nacional” : la delincuencia de décadas pasadas -que salvo notorios dirigentes y pocos verdugos - vive en libertad, gozando de privilegios especialmente mal habidos por lo general, pero atenta y vigilante por lo que le pueda suceder, que “protege” y es cómplice de los delincuentes fascistas de hoy.
En las cárceles de la dictadura hubo rehenes, que pagarían con su vida el “mal comportamiento” habido fuera de ellas. En las de hoy, sus presos tienen facilidades para planear nuevos delitos.
La izquierda debe combinar la mejoría de las condiciones materiales de los más sumergidos (salud, educación, vivienda, trabajo) -para lo que hay que destinar enormes recursos ( materiales y humanos) apuntando más que nada a recuperar las nuevas generaciones- que sólo se obtendrán si se grava ingresos y riqueza y se anula o reduce el pago de la deuda externa- con la mano dura contra los desmanes de la delincuencia “común” y los privilegios de los delincuentes de la dictadura militar.
Un vecino-delincuente ha dicho a otro vecino que “en los barrios ricos no puedo robar por las alarmas, guardias de seguridad, etc. Robo donde puedo”. El diálogo ubica mejor el problema social. Lo cierto es que cuando se llega al caso del “Pelón” la inmensa mayoría de la población exige con razón mano dura ¿Tiene posibilidades de rehabilitarse un ser –víctima y victimario a la vez- como ése? Caben las dudas. Pero habrá que hacer un paciente y costoso proceso de recuperación, inviable en el sistema de reclusión “perverso” según Monzón. Y, a la vez, se debe dar prioridad a las víctimas futuras, asegurar la vida de los más. Para eso hay que quitar la libertad a los agresores, hacerlos trabajar y reeducarlos. Los derechos y libertades individuales terminan cuando peligran los colectivos.
Si la izquierda no ejerce su autoridad contra los elementos anti-sociales (víctimas del sistema, pero también victimarios del pueblo) y contra los delincuentes militares o civiles al servicio del gran capital –amparados en el país y estimulados desde el exterior-, gestará las condiciones para la represión fascista, de la cual la burguesía tiene amplia experiencia.
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